martes, 27 de marzo de 2012

Hiroshima mon amour





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El: No has visto nada en Hiroshima. Nada.
Ella: Lo he visto todo. Todo… También el hospital. Lo he visto. El hospital existe en Hiroshima. ¿Cómo podría no haberlo visto?
El: No has visto el hospital en Hiroshima. No has visto nada en Hiroshima.
Ella: Nada invento.
El: Lo has inventado todo.
Ella: Nada. Así como esa ilusión existe en el amor, esa ilusión de no poder olvidar jamás, así he tenido la ilusión ante Hiroshima de que jamás olvidaré. Como en el amor.


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El: ¿Gritas?
Ella: Al principio, no, no grito. Te llamo dulcemente.
El: Pero estoy muerto.
Ella: Te llamo pese a todo. Aun muerto. Luego un día, de repente, grito, grito muy fuerte como una sorda. Es entonces cuando me introduzco en la cueva. Para castigarme.
El: ¿Qué gritas?
Ella: Tu nombre alemán. Solamente tu nombre. No tengo más que una memoria, la de tu nombre.


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El: Puede que sea posible, que te quedes.
Ella: Bien lo sabes. Más imposible aún que separarse.
El: Ocho días.
Ella: No.
El: Tres días.
Ella: ¿Tiempo para qué? ¿Para vivir? ¿Para morir?
El: Tiempo de saberlo.

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